Hasta no hace mucho, en España habían existido
unas celebraciones a finales de octubre y principios de noviembre. Y
aunque esa tradición sigue estando presente, cada vez son menos las personas
que la celebran, pues ahora el Halloween, una fiesta que se ha puesto de moda
en los últimos años, es casi la fiesta por excelencia, relegando nuestras
costumbres a un segundo plano.
¿Para qué mentir? A las españolas nos gusta la fiesta, nos gusta divertirnos. Nuestro problema es que hemos olvidado de dónde venimos. Hemos cambiado nuestras celebraciones por las de otros países y las hemos tomado como nuestras, sin recordar siquiera cuáles nos pertenecen y cuáles no. Hemos perdido nuestra esencia.
Desde siempre, el 1 de noviembre se celebraba el Día de Todos los Santos, donde se conmemoraba a las personas difuntas que habían logrado la vida eterna; y el 2 de noviembre el Día de los Fieles Difuntos, para recordar a aquellas personas que habían fallecido. Es cierto que no debemos dejar de lado nuestro pasado y nuestras costumbres, pero a pesar de todo, estas son religiosas, y ya sabemos que no todo el mundo es religioso. Por lo tanto, debemos respetar tanto a las personas que celebran esas fechas como a quienes no lo hacen, pero nunca debemos olvidar que esas y no otras son nuestras
fiestas.
En Canarias, por su parte, ha existido desde hace mucho tiempo una tradición, la Fiesta de los Finaos, la que también ha dado paso a la costumbre celta del Halloween. Posiblemente no me equivoque si digo que la mayoría de los jóvenes no saben en qué consiste nuestra celebración, y es doloroso. Esta fiesta se celebraba la víspera del 1 de noviembre. En ella se recordaba a los muertos, los finados, y se comían castañas, nueces, almendras y demás frutos junto con vino, anís o ron miel. Los jóvenes iban de casa en casa con una talega preguntando si había santos, la dueña les decía que sí y les daba almendras, nueces, higos pasados o castañas. Con el tiempo, se empezó a acompañar la velada con parrandas, grupos musicales y rondallas.
Estas sí son nuestras fiestas, las que no pueden ser olvidadas.
Estela López de la Paz 1º Bachillerato B
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