Reunido
el Departamento de Lengua castellana y Literatura del IES San Benito el 12 de mayo de 2020 deciden otorgar los siguientes
premios del concurso literario:
CATEGORÍA 1º y 2º
ESO
Amy Marrero Viera
de 1º ESO B con el poema “Mi ángel
rojo”
CATEGORÍA DE 3º,
4º ESO y FPB
Haridian López
Cabrera de 4º ESO A con el relato “Historias del mar”
CATEGORÍA
BACHILLERATO
Estela López de la
Paz de 1º Bachillerato B con el poema “La rosa”
En
esta categoría hacemos mención especial, por su calidad literaria, a los poemas
“Nueva esperanza” de Daniel González Hernández de 1º Bachillerato A, y “ Algo dentro de
mí” de Brian Pérez Pérez de 1º Bachillerato C
¡Muchas felicidades a los galardonados!
MI ÁNGEL ROJO
Mi ángel rojo baja del cielo
y cuida la tierra de mi mundo
Mi ángel rojo con su canto
el prado nunca está moribundo
Mi ángel rojo con sus lágrimas
la tierra nunca está seca
Si al menos pudiera verlo una vez
le
diría con los brazos abiertos
por tu memoria yo velaré
Oh, mi ángel rojo
de corazón puro y
amor hermoso
Amy Marrero Viera 1ºB
“Historias del mar”
Dedicada a Quico El Fuelle, cuya historia llegó hasta
mí. In memoriam.
Aún recuerdo cuando
estaba allí, con la continua brisa del mar incidiendo sobre mi rostro y
amenizando el calor de un cielo despejado. Eran viajes largos: meses sobre
cubierta y escasez de cosas por hacer. Buscábamos entretenimiento en
conversaciones que, aunque el tema fuera banal, nosotros hacíamos interesantes,
y no sabría decir si era así por nuestro empeño o por el silencioso
aburrimiento que las sustituiría si no las continuábamos. Eran charlas
sencillas y para nada técnicas, después de todo muchos de nosotros estábamos
allí desde que habíamos dejado la escuela a los 8 años, y nos basábamos en el
conocimiento dado por la rutina. Mujeres, familia, pesca: cuántos kilos se habían
cogido esa vez, quiénes estaban en aquella otra, en qué mes había sido, si fue
un día de buen tiempo o no...siempre discutiendo por saber qué recuerdo y qué
memoria estaba más en lo cierto.
Por eso, la emoción y la
euforia eran palpables cuando, tras semanas con la única visita que unas
gaviotas nos podían dar, divisábamos un nuevo barco que se encontraría con el
nuestro. Exclamábamos y corríamos hasta la proa para inclinarnos amontonados
sobre ella, poco importaba que el mar avisara de su peligro balanceándonos
constantemente. El miedo de caernos había desaparecido hacía ya mucho.
-¡Barco a la vista!
-gritaban algunos alegres para los rezagados que no estaban enterados.
-¡Es el Ascención!
-¡No, qué va!¡Es El
Salvador!
La reunión se hacía
presente y la distancia entre embarcaciones era lo de menos. Intentábamos
abarloarnos y nos llevábamos las manos alrededor de la boca para vociferar las
noticias recientes llegadas en carta a desconocidos, amigos, hermanos y
familiares. “¡Dice mamá que no te tardes en volver!”, “¡Por el norte llegamos a
ver toninas!”, “¡Dile a Domingo que ya es abuelo!”. Aunque, otras noticias siempre era difícil darlas,
como la muerte de un familiar, tergiversada entre frases como “tu padre está
muy grave” , pues sabíamos que de nada servía contar la realidad cuando nos
encontrábamos a kilómetros de nuestras islas y el hogar.
Era una vida complicada.
Llegabas a sentirte fuera de lugar cuando, después de 3 o 9 meses, incluso un
año, volvías a tu casa y veías grandes diferencias que para otros se habían
vuelto normales con el pasar de los días. Como les pasaba a esos próximos
padres al zarpar que cuando terminaban su travesía sostenían a su hijo llorando
por el abrazo de, lo que el pequeño consideraba, un desconocido. Era extraño,
como una doble vida entre el mar y tierra firme.
A pesar de ello, el
momento no era menos esperado o deseado. Quizás, la ilusión residía con mayor
magnitud en el intercambio, ese que nos permitía renovar nuestra diversión por
las siguientes semanas. Nos hacíamos llegar alimentos, notas, cigarrillos y
demás objetos lanzándolos con la esperanza de que acabasen en el otro
lado.
Confiábamos en que
también recibiríamos lo que pedíamos, y no salíamos decepcionados. Pero, más
concretamente, ese interés se fijaba en el intercambio que nosotros
considerábamos más importante: los libros.
Nuestra principal fuente
de entretenimiento era esa después de todo. Nos acomodábamos y escuchábamos las
peripecias del nuevo protagonista de la voz de nuestro narrador en completo
silencio. Dominábamos el arte de la pesca, el viento y la marina, pero
desconocíamos lo que comprender la letra significaba. No sabíamos leer ni
escribir, y quien sí sabía era el encargado de amenizar nuestras tardes y
noches con las novelas que en algún momento fueron leídas en otra tripulación.
Era tal nuestro afán por conocer nuevas historias que nos recorríamos los
pueblos en los que atracábamos en busca de un mercadillo.
Aunque, como en toda
reunión, las preferencias y los debates no se hacían de esperar. Había hecho
falta varias mesas redondas a la luz de la luna para llegar a la conclusión de
que el viejo oeste era nuestra temática preferida. Nos exaltábamos y reíamos
triunfantes al escuchar que el héroe forastero salía nuevamente airoso de la
batalla con una clara victoria. Pero grande era nuestra decepción cuando en los
trueques nos cambiaban nuestras intensas aventuras por novelas románticas
carente de acción. Algunos fruncían el ceño y se cruzaban de brazos al saberse
engañados. Otros, los más ancianos, se levantaban indignados y, con una mueca e
insultos entre dientes, abandonaban la sesión de lectura. Era finalmente la
capacidad de improvisación del narrador que convertía una dramática escena de
despedida en una ardua lucha entre el enemigo y el caballeroso
protagonista.
-Pero entonces, al
desviar su mirada se cruzó con el dueño de sus pesadillas. ¡El malvado Rick
volvía a por venganza! - y con eso, conseguía que los más viejos volvieran a
sentarse con una sonrisa satisfactoria y que la atención se mantuviese
presente.
Esos libros eran, por
predecibles que fuesen sus finales, los que alegraban nuestras tardes. Éramos
adultos desde temprana edad, y eso indicaba lo dura que había sido nuestra
vida. Sin embargo, y ya acostumbrados a la lejanía de lo amado, nos permitíamos
liberarnos de nuestras cargas y sumergirnos en las memorias de un ser ficticio.
Fue ahí cuando supe de la verdadera belleza de la lectura, y prometí hacia mis
adentros que en el futuro podría comprobarlo de primera mano. A día de hoy, al
caminar entre los puestos del enérgico mercadillo, me detengo y observo los
títulos que me llevan de vuelta a aquellos años. No lo pienso, lo cojo y lo
atesoro en mis manos dispuesto a recordar entre sus páginas, ahora que, aunque
tarde, puedo hacerlo por mí mismo.
En eso consistía cierta
parte de nuestra historia. Rutinaria travesía en alta mar en la que se concedía
soñar con volver nuevamente a donde una vez fuimos niños. Acompañados de
iguales con distintos pueblos pesqueros a los que añorar y deseosos de
explicarles a nuestras familias, una vez en casa, con quiénes, cuántos kilos y
si hizo buen tiempo o no.
Haridian López Cabrera, 4ºA
LA
ROSA
Escuchando
el fiel susurro
de ese viento turbulento
recuerdo el dulce olor
del perfume de tu cuello.
La
mezcla entre el aroma
del
sufrir y el deseo:
sufrir
por quererte y que
tú lo hagas más, espero.
Me
sacabas las sonrisas
más
bonitas de este mundo;
demasiado
fría para
este
pobre vagabundo.
Como
rosa luminosa,
con voz dulce, encantadora,
clavaste la espina más larga
en
lo más profundo de mi alma.
Pero
hoy que vives junto a mí
voy
a amarte más que ayer,
más
que nunca en esta vida,
como
jamás me atreví a hacer.
Lo
que importa es el presente,
el
futuro nos viene igual,
el
pasado ya pasó:
voy a amarte más que al mar.
Sin
que la rosa se marchite,
sin que la llama se apague,
viviremos
como hoy siempre
hasta
que la muerte nos separe.
Estela
López de la Paz / 1º Bachillerato B
NUEVA ESPERANZA
Imposición
de una nueva situación,
situación
de incertidumbre
llegó
la maldad acechando a la muchedumbre,
tomando
las calles como nueva posesión
Nuevo
enemigo, nueva vida,
la
ciudad desierta está,
tranquilidad,
amiga querida,
todo
a la normalidad volverá
Días
de soledad,
momentos
difíciles
escuchando
el sonido del silencio
por
la ausencia de civiles
pese
a esta realidad
un
futuro apacible presencio
Como
primavera la esperanza germina
perfumada
con una nueva ilusión,
nos
insinúa con gran emoción
que
pronto nuestro desvelo termina
Vidas
desbordando realidad
deseando
un nuevo mañana
despierta
la solidaridad
desde
cada área urbana
Desconocido
amanecer
que
traerás la calma
gozo
ya de tu resplandor
nos
devolverás el alma
y
volveremos a florecer
sin
un peligro amenazador
Daniel González Hernández. 1ºBachillerato A
ALGO DENTRO DE MÍ
Tan poco
tiempo
que tengo
sargento,
yo no
invento
solo hablo
aquello,
que para mí
es bello
destruyendo
lo perfecto,
dando un
efecto
a una
vida en mis textos.
Me refugio
en la oscuridad,
me exilio de
la claridad,
por motivos
de una verdad,
aquella que
no avanza
en mi
realidad,
ahogando la
razón
y mi
capacidad,
inocencia
que se esfuma
con gran
facilidad,
por rabia
que me consume
con
velocidad,
disparando a
mi pecho
matando mi
libertad.
Brian Pérez
Pérez, 1º Bachillerato C
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