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jueves, 18 de noviembre de 2021

DÍA DE LA INFANCIA


La infancia es una etapa maravillosa. No hay pasado, no hay futuro; solo un presente que se mira con inocencia e ilusión.

        Carla Montero


Los niños  son la esperanza del futuro.

El 20 de noviembre es una de las fechas más reconocidas mundialmente: se celebra el Día Universal del Niño. La festividad se apoya con la conmemoración de los aniversarios de la Declaración Universal de los Derechos del Niño, aprobada de manera unánime por los 78 Estados miembros de la ONU en 1959, y de la Convención de los Derechos del Niño desde 1989, que establece aquellos relacionados con su vida, su salud y su educación, el derecho a jugar, a la vida familiar, a la protección frente a la violencia y la discriminación, y a que sus opiniones sean escuchadas; familia, padres y madres, personal docente, mundo empresarial, sociedad civil y los medios de comunicación cumplen entonces con una importante labor para fomentar la comodidad y la felicidad de cada niño.

Los derechos de los niños y las niñas son todos igual de importantes y guardan como objetivo común alejar las injusticias. Pese a la instauración de los cincuenta y cuatro artículos de los derechos infantiles, aún pésimas estadísticas siguen vigentes en el mundo: 385 millones de niños son protagonistas de una condición de vida de pobreza extrema, otros 264 millones no están escolarizados y, en el año 2019, 5´6 millones de niños menores de cinco años acabaron por fallecer a razón de causas que podían haber sido prevenidas. Esto es debido a la diferencia de culturas, religiones y países en que los niños se crían, pues dependiendo del lugar de nacimiento recibirán unas consecuentes condiciones vitales arraigadas por unos derechos determinados. Ahí encontramos el verdadero problema: lo que de verdad se pretende es que los niños  posean siempre protección y derechos de una forma equitativa, independientemente de las situaciones que experimenten y el lugar donde vivan.

El Día Mundial de la Infancia fue víctima de los problemas que supuso la COVID-19 en el planeta, entre ellos la crisis que afectó de manera indirecta a los derechos fundamentales de los niños relacionados con la educación, el ocio y la sanidad. Es por ello que la nueva tarea de la sociedad es acometer estas dificultades para evitar que se conviertan en problemas mayores en un futuro.

A lo largo de los años, la campaña UNICEF ha asistido a gestas convocadas por el sufrimiento de niños que han experimentado situaciones inadecuadas para sus edades, con objetivo de favorecer y fomentar una infancia mejor de la que ellos tuvieron. Este hecho despertó conciencias, pues resulta impactante como son solo ellos quienes se preocupan por luchar para que el mundo ético mejore. El Día Mundial del Niño ofrece a la humanidad la posibilidad de reconocer la ocupación de los profesionales que destinan su vida al trabajo a favor de niños y niñas. Dedicar un día a la misma infancia sirve, por lo tanto, a descubrir aquellas necesidades de las que ellos son incapaces de prescindir en su día a día y de las que probablemente no nos percatamos aún estando cerca de ellos. Permite concienciar y recordar a la sociedad la característica vulnerabilidad que los niños presentan como colectivo, destacando esta ante situaciones de crisis y problemas. El principal propósito de este día es imponer un nuevo proyecto al mundo que trate de defender, promover y celebrar todos aquellos derechos de los que los niños deben disponer; así como seguridad, protección, salud y educación, a través de foros y acciones que ayuden a conformar un mejor mundo para ellos y sin tener en cuenta su lugar de nacimiento y las religiones y costumbres que ello conlleva.

La infancia es una etapa de la vida irrepetible: el período primitivo de la vida de cada persona, la base de todas las futuras vivencias y de nuestra propia razón. Si tuviese un altavoz gigante para dirigirme al mundo desde la piel de una niña, trataría de invadir la conciencia de aquellas personas que minusvaloran las necesidades y capacidades que reclamamos constantemente; pediría de manera incesante por que nuestras opiniones sean igual de importantes que otras cualquiera, y demostraría al mundo todo aquello de lo que somos capaces de hacer como pequeñas mentes pensantes. Tanto tú como yo tenemos conciencia de que no es un reto fácil de llevar, pero para eso es necesario que seamos lo suficientemente maduros y sepamos que un niño siempre puede llegar a persuadir nuestra mente, al igual que podemos aprender de ellos así como lo hacen de nosotros. Los niños recordarán siempre no aquello que les enseñas, sino la propia esencia de tu persona… Ahora tú, ¿serías capaz de defender aquello que un día fuiste?


AMALOHA SUÁREZ TRUJILLO 1ºA BACH

 


 




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