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viernes, 22 de abril de 2022

TEXTOS PREMIADOS EN EL CONCURSO LITERARIO

 

CATEGORÍA 1º Y 2º ESO

Cumple tu palabra

 Tras innumerables robos a joyerías, bancos, tiendas, amenazas y asesinatos a varios servidores públicos y civiles, la banda de malhechores conocida como "La Cruz" había sido capturada por el agente Johnson en Los Santos. Este acontecimiento se había producido tras uno de sus mayores robos, el casino, el cual en su interior contenía una bóveda con más de 10 billones de dólares.

El robo había resultado fallido debido al incumplimiento de la negociación de rehenes por la policía. Su fundamento era muy sencillo. La Cruz tenía dos rehenes, por uno querían una salida limpia, es decir, los policías no podían ponerle ninguna trampa, chocarlos o dispararles en su salida del Casino y por el segundo rehén querían que no le persiguiera ninguna Mery, es decir, ninguna moto policial.

 Al principio de la persecución todo parecía ir bien, pero tras dos minutos de una persecución limpia la policía abrió fuego, algo que podían hacer si los ladrones incumplen una serie de reglas, de las cuales no incumplieron ninguna.

Tras oír esta noticia en la cárcel federal Eddy Fizio, el líder de la banda empezó a amenazar a los guardias de la cárcel, diciendo que la palabra para ellos era lo más importante y que al no cumplirla se estaban metiendo no solo con ellos, sino con todas las demás bandas criminales de la ciudad. Estas manifestaciones llegaron al jefe de policía, Marcus Kayne, quien no le dio mucha importancia al asunto, pues ellos, La Cruz, la banda más peligrosa había sido capturada.

Tras un año en la cárcel, Eddy y sus compañeros habían ideado un plan, el cual solo podían realizar con la ayuda de Bonsái, quien en realidad ocultaba su nombre real, y nunca llegó a decirlo. Bonsái era el mejor amigo del abuelo de Eddy, quién había sido el fundador de la Cruz, pero había fallecido en un tiroteo contra una de las mayores mafias del momento. Bonsái había sobrevivido a este tiroteo y se movía a las afueras de la ciudad, hacía trámites solo, pero siempre le dijo a Eddy que podía contar con él.

El plan consistía en cavar un túnel por debajo de la cárcel federal. La dificultad principal radicaba en que debían averiguar el lugar exacto para hacerlo, ya que un error en la zona de excavación podía provocar el derrumbe de todo. De esta manera, durante el año investigaron el lugar donde lo podían hacer, teniendo en cuenta la salida, el tiempo, la facilidad y el espacio. Una vez decidida la ubicación exacta, comenzaron con la labor de excavación, algo que les llevó aproximadamente 6 meses.

Tras finalizar la construcción del túnel, con los contactos de Bonsái consiguieron varias armas de fuego, las cuales no tenían pensado usar. Una vez todo listo cogieron varios muñecos muy parecidos a varios presos y los pusieron en el patio de la federal. Algunos días previos, habían dicho a la policía que iban a hacer una locura, con la cual se iban a apoderar de la federal. Cuando los guardias vieron a los muñecos pensaron que eran personas reales, se empezaron a preocupar y llamaron a la policía. Cuando Eddy y sus amigos vieron que los policías estaban en la puerta de federal, en línea recta, a punto de entrar les dieron a los presos unas molotovs, mientras estos se las tiraban a los muñecos, la policía empezaba a entrar en manada a la federal, pero en ese momento ya La Cruz se encontraba en la mitad del túnel.

Una vez llegaron al final del mismo les esperaban unas furgonetas que los trasladaron a un búnker que Bonsai tenía. Cuando la policía se dio cuenta de que la banda se había escapado empezaron a preocuparse, buscaron por todos los lugares pero no los encontraron. Lo único que lograron encontrar fue una nota de Eddy en la comisaría que decía: estáis en peligro y yo si cumplo con mi palabra.

 

Sara Rodríguez Torres 1°B


CATEGORÍA 3º ESO, 4º ESO Y FPB

Mi Constance

Querida Constance,

Yo, Elizabeth Caedes, estoy a punto de morir. Quizás es una premonición demasiado precipitada y exagerada, pero te aseguro que estoy en lo correcto. Esto es una despedida, para dejar claro una última vez cuanto te aprecio, mi querida Constance. Es muy probable que no llegues a leer esta carta, pero necesito hacerte saber toda la verdad, pues es lo que mereces, fuiste mi amiga más cercana desde que tengo memoria y jamás soporté la idea de estar alejada de ti, pero mi marido no comprendía que eres lo único que necesito y eso era tan molesto… No puedes hacerte una idea de lo mucho que sufrí cuando me comunicó que debíamos marchar y dejar atrás Francia.

Oh, Constance

 Tú eres la luz en un mundo de dolor, sufrimiento y oscuridad.

Mi más amado jardín primaveral al que visitar cuando el implacable invierno está atormentando mi desafortunada vida. Mi hermoso campo repleto de girasoles, tulipanes, rosas y claveles.

La gracia y la belleza del ser humano cobraron vida, tenía conciencia y nombre, eras la encarnación de un ángel, solo tú, mi Constance.

¿Por qué nadie comprendía que debíamos estar juntas para que la primavera reluciera en su máximo esplendor? ¿Por qué debían sonar las campanas de bodas cuando quien entraba por la puerta de la iglesia no eras tú? ¿Por qué debía decir “sí quiero” cuando un dolor punzante me invadía y las lágrimas amenazaban con salir? ¿Por qué me estaba uniendo por toda la eternidad con alguien que no era mi amada? ¿Y por qué tenía la obligación de emigrar a un país extranjero tan alejado de aquella sonrisa angelical que vivía permanentemente en mis pensamientos?

El mundo estaba siendo cruel y despiadado conmigo, pero esta vez decidí alzar la voz.

Ojalá alguien me hubiera advertido de lo que pasaría ese día.

Todavía me arrepiento de las decisiones que tomé, nunca fue mi intención sobrepasar el límite, pero me agredió, lo hizo de verdad.

 Ya habíamos peleado antes, pero esa vez fue completamente distinta, yo solo me defendí. Nunca quise herir a nadie, Constance.

Ya había pasado una semana de aquel incidente, pero nadie parecía haberse dado cuenta de lo que sucedía realmente. Tenía miedo, él me asustaba.

Después de ese día todo parecía distinto de algún modo, sentía que me observaba constantemente, siempre estaba ahí en la oscuridad, Constance.

“Por favor, déjame en paz” - le decía desesperada, pero se negaba a hablarme.

Me estaba torturando, lo hacía apropósito, yo ya le pedí que me perdonara innumerables veces, pero seguía sin dirigirme una palabra, incluso ahora que estoy encerrada ha encontrado la forma de continuar con su horrible castigo.

El silencio nunca había sido tan estridente, tengo el presentimiento de que me estoy volviendo loca.

Por favor, Arsène. Deja de mirarme así, nunca fue mi intención hacer que la vida se escapara de tus manos en menos de un segundo, arrebatarte tu futuro y convertirlo en tu último presente. Tú lo empezaste, tú hiciste algo aún peor, tú me arrebatabas las ganas de seguir viva, me robabas la esencia de mi felicidad, me alejabas de mi Constance.

Así que por favor, deja de aparecer ante mí, estás muerto, ¿No lo comprendes? Me atormentaste en vida y ahora vienes a hacerlo en muerte. Tú nunca quisiste que hablara con ella, me obligabas a tomar píldoras, malditas drogas que hacían desaparecer lo único que tenía. Siempre fuiste como Padre y Madre, intentando convencerme de que no era real, el karma está actuando, pero aun así te las has ingeniado para seguir entrando en mis pesadillas y amargar los últimos momentos de mi vida.

 Lamento que no hayas tenido un funeral digno de tu gran ego, y en vez de eso, descanses bajo el verde césped del jardín, quizás se volvió demasiado verde en tu presencia y las preguntas sobre tu paradero se volvieron demasiado insistentes; no pude soportar toda esa presión.

Eres un monstruo insensible, incluso acaparas la intención de esta carta, no todo gira en torno a ti, esto es una despedida antes de confirmar mi sentencia, esta carta es para la única persona que he amado y ha estado ahí para mí.

Para mi única alegría, Mi querido ángel,

Mi Constance

Tuya siempre, Elizabeth Caedes 

Daniela Cristina Espiau García 3ºB


CATEGORÍA BACHILLERATO 

Monstruo

La había estado siguiendo durante tantos días que la percepción del tiempo se volvía confusa, la espera era algo nuevo, intrigante, pero sobre todo excitante. Su respiración se volvía más pesada entre más cerca y a momentos tenía que permanecer de pie, inmóvil, simplemente acechando.

 Era la bestia y ella su presa, la tenía tan cerca, apena los separaban unos metros de profunda oscuridad, podía olerla y si cerraba los ojos, perfectamente podía imaginar su sabor, su tacto, su voz, todo de ella y todo le pertenecía, la había elegido con tanto cuidado.

Acortó la distancia, la inquietud se abrió paso en su sistema, se cuestionaba si lo haría, no, no lo hacía, su fiero instinto rugía ansioso, la expectación quemaba a través de sus venas, la quería y la tendría.

Un desesperado sonido de necesidad escapó suave y claro entre sus labios, ella lo notó, volvió en sí misma, lo miró con miedo haciendo que el deseo creciera, la tensión se construyó entre ellos y cuando encontró en sus ojos la promesa del infierno, ella echó a correr. La cacería comenzó.

La guio calculadamente entre las calles, cada vez más alejados del ajetreo nocturno de las ciudades, directo a las puertas del abismo y ella, ahogada en el miedo, lo notó muy tarde. Cada vez resollaba con más fuerza, el subidón de adrenalina volvía todo más claro, más cercano, real, era estos momentos por los que vivía.

 La alcanzó en el momento indicado, enrolló su brazo alrededor de su cintura atrayéndola cerca, con desespero se habría paso entre la ropa, amando cada centímetro de su piel, de su calor, estampó sus bocas juntas, bebiendo de ella con ferocidad. Mientras más se retorcía bajo su cuerpo, la presión en su pecho aumentaba, jadeaba con fuerza hundiendo sus uñas en la suave piel de ella.

Se mecía en su contra, aullando de felicidad por el contacto, todo era absolutamente mejor que en sus fantasías, incluso ella parecía notarlo, revoloteando los ojos, mientras la vida escapaba lejos, con un último quejido su cabeza rodó a la derecha, inerte, partes de su piel, sus órganos salpicaban los muros del callejón y bañado en restos un cuerpo deforme todavía convulsionaba sin refrenar el éxtasis que lo consumía.

Mostraba su verdadera naturaleza, porque debajo de toda su belleza eso guardaba, un monstruo.

Yanira Sánchez Torres 1ºBACH B


MENCIÓN ESPECIAL (por su calidad literaria)

Absentia

Seguía a mi hermano por el bosque, parecía huir o dirigirse hacia algún lugar en concreto, pero estaba sonámbulo, así que estaría soñando con alguna cosa que me era imposible adivinar. En un momento se paró en secó y murmuró algo que no llegué a escuchar. Intenté acercarme más sin que llegase a percatarse, para no despertarlo y que así no me descubriera; sin embargo, en el momento en el que me moví, lo escuché decir:

–Espera, creo que él me está siguiendo.

Me sobresalté al pensar que había salido de su estado y me había pillado, aunque al poco rato pude observar con alivio que seguía dormido y, que por lo tanto, aquello lo habría dicho en sueños. Aún así, el hecho de que se estuviese refiriendo a alguien en específico, sumado al tono de voz tan sombrío que había empleado, no me tranquilizaba mucho.

 Decidí volver a casa finalmente para descansar, sabiendo que Lucas, mi hermano, regresaría antes del amanecer. Me tumbé en la cama y traté de conciliar el sueño, pero me resultaba imposible, pues no podía parar de pensar en la extraña actitud de este en las últimas semanas.

Todo había empezado la tarde del 02 de marzo, cuando una pareja de ancianos nos adoptó del orfanato en el que habíamos pasado los tres últimos años y nos trajeron a su hogar, una cabaña de tamaño medio ubicada en mitad de un bosque de aspecto tétrico que se extendía kilómetros. Tan solo unos días después de estar viviendo aquí, Lucas había comenzado a tener pesadillas, aunque al principio no me extrañaba, ya que los ruidos de la vieja madera de la casa rechinando, el ulular fantasmagórico de los búhos y los lejanos golpes que los leñadores producían con las hachas helaban la sangre a cualquiera. Además, a mi hermano le afectaban mucho los cambios de sitio desde pequeño y desde la muerte de nuestros padres se había vuelto más vulnerable, que aunque en el último año hubiese intentado demostrarlo haciéndose el frío y el duro, yo seguía viendo como le afectaba aún realmente. Al inicio admito que me sorprendió un poco el hecho de que tuviese tantas pesadillas, pero al cabo de unos días dejaron de preocuparme. Sin embargo, comenzaron a pasar las semanas y estas parecían volverse cada día peores, hasta el punto de oír a Lucas despertarse gritando como si lo estuvieran torturando. Al observar esto, intenté brindarle mi ayuda, pero nada hacía efecto, puesto que por el día él parecía no acordarse de nada o directamente no me respondía. Todo empeoró cuando empezó a ser sonámbulo y a salir de casa por las noches, hablando consigo mismo y farfullando con una voz que no parecía la suya cosas sin sentido sobre muertos y fantasmas. Tras unos días había decidido seguirlo para poder descubrir el porqué se adentraba siempre en el bosque, aunque al final no había conseguido sacar ninguna conclusión, ya que mi hermano tan solo se quedaba parado en algún lugar de este hablando solo y después daba media vuelta y regresaba a casa.

Finalmente decidí dejar de pensar en aquello, pues cuanto más lo analizaba menos entendía la situación. Tras un tiempo que debió ser horas por fin logré dormirme.

 Más adelante me desperté sobresaltado por el ruido que se oía en mi cuarto. No sabía de dónde provenía hasta que mis ojos se acostumbraron a la claridad de la mañana y pude ver que se trataba de Lucas. Estaba desordenando todas mis cosas y parecía buscar algo ansioso. Le pregunté qué le pasaba y qué buscaba, pero no obtuve respuesta alguna por su parte.

Esta actitud me acabó desesperando, por lo que le dije:

–Mira, no entiendo por qué estás comportándote así últimamente. No veo que haya ningún motivo razonable. ¿Me vas a contar ya qué es lo que te pasa?

 Me ignoró completamente, así que me levanté enfadado de la cama dispuesto a echarlo de mi habitación, pero en el momento en el que lo fui a tocar para empujarlo, se alejó rápidamente, gesto que no me esperaba y que me dejó bastante confundido.

–No me toques –lo escuché decir de repente con un tono de voz tan frío que me desconcertó aún más.

–Si no quieres que te toque y no vas a decirme qué pasa contigo y qué buscas, vete de mi habitación –murmuré más irritado que nunca–, total, no sé qué haces en ella –.

 En ese mismo instante en el que se lo dije él se agachó drásticamente y estiró la mano hacia un rincón. Cuando la sacó tenía agarrado un periódico que yo mismo había comprado unos días después de que nos adoptaran, pero que nunca había llegado a leer.

 Lucas salió del cuarto con el papel en la mano, lo cual me dejó demasiado pensativo. No entendía para qué quería ese periódico y por qué había puesto tanto afán en buscarlo.

El día pasó y llegó la noche. Se me había olvidado la situación de esta mañana, hasta que oí la puerta que daba hacia el bosque y al asomarme a la ventana vi que era mi hermano saliendo, solo que esta vez parecía estar despierto y no sonámbulo. Me levanté corriendo y me dispuse a seguirlo. Empezó a andar y me percaté de que se dirigía al pequeño y antiguo cementerio, cercano a la casa a la que nos habíamos trasladado. Tras una larga caminata vi que efectivamente mi hermano se detenía allí. Esto me produjo escalofríos por todo el cuerpo.

«¿Para qué habría venido a este horrible lugar?», me pregunté.

Me escondí detrás de la verja y lo observé durante un rato, aunque este no hacía nada. Estaba a punto de irme cuando vi que empezaba a hablar solo y a jugar con algo que yo no alcanzaba a ver. Intenté acercarme un poco más; sin embargo, tropecé con una raíz y caí al suelo, produciendo un ruido que atrajo la atención de Lucas. Cuando observé que empezaba a girarse hacia mí me dispuse a disculparme por haberlo espiado, pero en el momento en el que terminó de darse la vuelta y me miró a la cara no fui capaz de gesticular ni una sola palabra; su expresión fría de las últimas semanas había desaparecido para dar paso a una cargada de odio y rabia. Hizo el amago de acercarse, aunque ya era demasiado tarde, pues yo ya había salido corriendo despavorido hacia casa para encerrarme en el cuarto.

A la mañana siguiente decidí salir por fin y me dirigí a la cocina. Cuando estaba a punto de entrar, vi como Lucas dejaba en la mesa el periódico que me pertenecía abierto por una página en específico y tras ello se iba.

Me invadió la curiosidad y me acerqué, pensando que así podría descubrir por qué lo había buscado con tanta ansia, pero lo que vi me dejó helado. En la página aparecía una noticia del 02 de marzo, el día en el que nos habían adoptado, y el título ponía: “Hallado el cadáver de Lucas Everett, el niño desaparecido desde hace dos años”.

Luego aparecía una foto de un niño rubio y delgado, con cara pizpireta y pómulos sonrojados, con una mirada intensa producida por sus ojos, tan azules como el agua de los mares.

Era mi hermano.

No podía moverme del sitio, era incapaz de pensar con claridad y el aire me faltaba.

En ese momento sentí un frío aliento muy cerca de mi cuello. Me giré haciendo un gran esfuerzo, encontrándome así con la sonrisa siniestra del rostro de lucas. Mirándome con una expresión imposible de descifrar, pero que congelaba la sangre de mis venas fue dando pasos despacios hacia mí, y acercándose al oído me susurró:

– Supongo que ahora ya sabes lo que me pasa, ¿no?

 

Taida Díaz González 3ºESO B


MALDITO SEA EL TIEMPO

 

Maldito sea el tiempo

y mi mente por percibirlo

rápido y a la vez lento

 

Es así como lo siento

porque presiento

que el presente solo acaba

y empezó hace un momento

 

De solo pensarlo reviento

porque lo que ahora escribo

hace rato que se lo llevó el viento

                                                                                                     Abián Bordera Lima 2ºBach A

 

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