Entrevistamos a nuestra querida profesora de Educación
Plástica y Visual Isabel RamalloDespués de muchos años
de profesión nuestra profesora Isabel Ramallo se jubila.
¿Cómo
definirías tu época estudiantil?
Difícil respuesta
que abarca desde un colegio religioso femenino en primaria con una educación
espartana, pasando por un instituto de bachillerato en plena transición a la
democracia y terminando en la escuela de Arquitectura Técnica.
Del colegio
recuerdo la rigidez, las niñas uniformadas, las filas para entrar a clase y las
risas infantiles, siempre a escondidas.
Del instituto
recuerdo su paso como un convulso y animado viaje hacia la independencia,
y de la universidad el esfuerzo que suponía sacar adelante los cursos y desde
luego, las amistades que aún perduran.
¿Qué
fue lo que estudiaste?
Me decanté por Arquitectura
Técnica, en la Escuela de Aparejadores, que en aquel momento pertenecía a la
Universidad Politécnica de las Palmas.
Me viene a la
cabeza el primer día de clase cuando entré en esa aula de dimensiones
desproporcionadas, a la que tuve que llegar por un laberinto de pasillos y a la
que no paraban de entrar alumnos hasta que se lleno con casi 100 personas, de las
que solo vi pasar a cinco chicas.
Al aula se entraba
directamente por la tarima del profesor. Después de la primera clase, cuando, tímidamente,
quise salir, intentando no llamar la atención, tropecé en el peldaño y salí
volando sobre la tarima cayendo de bruces delante de tan brutal horda de
aspirantes a Arquitectos Técnicos, creo que no he pasado más vergüenza en mi
vida.
¿Desde
un principio quisiste dedicarte a la enseñanza o tenías otras opciones?
Nunca fue mi intención dedicarme a la enseñanza, de hecho, trabajé en la Oficina
Técnica de un ayuntamiento, y en varios estudios de arquitectura durante algo
menos de dos años.
En aquellos
momentos se podía compatibilizar el trabajo como docente con otra profesión,
así que mi propio compañero de trabajo del estudio de arquitectura era también profesor
de Dibujo en el turno de noche del instituto de FP Cesar Manrique. Él fue el
que me animó a presentarme a las oposiciones con el único objetivo de, lo que
ahora está tan en la boca de nuestros políticos, ¡cotizar a la seguridad
social!.
Así que el destino
me llevó ese primer año al Instituto Politécnico de Las Palmas, y decidí dejar
mi anterior trabajo en standby hasta regresar a Tenerife, ¡Jo! Tardé casi 6
años en regresar, y para entonces ya se había aprobado la ley de incompatibilidades
de los funcionarios del estado que exigía dedicación exclusiva, por lo que
finalmente opté por continuar en la docencia.
¿Cómo
describirías tu vida como profesora?
Espléndida y desde luego, reveladora.
A esta profesión
hay que agradecerle el que mantiene al docente con los pies asentados en una
sociedad cambiante. Cualquier centro de enseñanza secundaria es una muestra del
entorno social, de sus valores, de sus objetivos, hasta del inédito modelo de
ocio de las nuevas generaciones.
Yo creo que la
clave está en que un docente tiene que ser adaptativo, sin perder perspectiva
de su propia posición como adulto.
¿Cuál
crees que es el valor que más has inculcado a tus alumnos?
Es complicado, yo creo que los valores que se “pueden” transmitir dependen
mucho de la edad del alumnado. No es lo mismo relacionarte como docente con un
niño de los primeros cursos de secundaria que con un estudiante de
bachillerato, incluso hay diferencia entre estos dos últimos cursos.
Yo he tenido la
suerte de compartir horario con los recién llegados de primaria, y con los alumnos
preuniversitarios. El mensaje es diferente. A los más pequeños “respeto y
disciplina” y a los mayores “compromiso y templanza” siempre desde el
reconocimiento a su esfuerzo.
¿Cómo
ha sido tu trayectoria como docente y en cuántos institutos has dado clase?
Como antes
mencioné, comencé es el Instituto Politécnico de las Palmas a los 23 años, me
mantuve en esa maravillosa isla otros cinco años, en Arucas.
Cuando regresé a
Tenerife me “instalé” en la calle Leopoldo de la Rosa Olivera, 15 años en el FP
San Benito (actual CIFP la laguna), y mis últimos 15 en este estupendo
instituto.
Durante este periodo en la isla también trabajé un año en el IES Los Naranjeros
y otro en el IES Marina Cebrián de Taco.
¿Para ti, cuáles son los aspectos positivos y los negativos de la docencia?
Dejando a un lado la parte laboral que realiza el docente en solitario, que
pienso, debemos asumir como trabajadores, no creo que haya nada negativo. Es
más, hasta esa faceta del trabajo puede llegar a ser reconfortante.
A mí,
particularmente lo que más me complace es poder establecer vínculos con el
alumnado desde una posición orientadora, intentando siempre no errar con los
mensajes, dando flexibilidad a la visión, que como docentes, tenemos de la
educación. Y, por descontado, los lazos de afecto que alcanzamos con los
compañeros de trabajo, para los que no puede haber sino palabras de
agradecimiento por la elegancia del trato.
Tendrás
muchas anécdotas a lo largo de tu vida profesional, tanto de profesores como de
alumnos ¿tienes alguna que te gustaría compartir?
Muchísimas.
Recuerdo un día salir
del instituto en la última hora y a medida que iba avanzando con el coche por
la calle, todos los alumnos me iban saludando, algunos hasta a dos manos, y
cuando digo todos me refiero a todos, a los que les daba clase y a los que no.
Yo, sorprendida de tanto reconocimiento les devolvía el saludo con la más
amplia de mis sonrisas. Así estuve hasta que giré hacia el camino del tornero y
los perdí de vista. Durante el camino a mi casa fui pensando en lo bien que sentaba
recibir el reconocimiento de los chicos y chicas.
Al fin llegué a la
entrada del garaje, henchida de orgullo. En fin, baje la rampa y… tremenda fue
la sorpresa que al frenar ante la puerta se deslizaron a toda pastilla desde el
techo del coche hasta el capó, pasando por el parabrisas: mi maleta, las
láminas, las carpetas y el estuche de los lápices, que había paseado por todo
el casco de La Laguna a modo de carroza.
Fue entonces
cuando caí en la cuenta que aquellos “chicos y chicas” que me saludaban y yo no
conocía por no darles clase…¡ni siquiera serían alumnos y alumnas!.
¿Qué
sensación te produce esta nueva etapa en tu vida?
Pues, la verdad,
es que da un poquitín de vértigo y una extraña mezcla de alegría y pérdida. Seguro
que los chicos y chicas entienden esto: es como el día que vieron el último
capítulo de…”Juego de Tronos”.
Te
agradecemos que hayas dedicado un momento para contestar nuestras preguntas, y
esperamos que tengas una fantástica y feliz jubilación, y por supuesto el
centro siempre tendrá sus puertas abiertas para que puedas venir a visitarnos
siempre que quieras.
¡ENHORABUENA!
Ayoze
Pérez Felipe 1ºBAC-C