El
Día de las Letras Canarias se celebra cada 21 de febrero desde 2006, fecha
elegida por el Gobierno de Canarias en conmemoración del fallecimiento, en
1813, de José de Viera y Clavijo, polifacético autor canario. Con este día, el
Gobierno pretende dar visibilidad a todos los autores canarios que han tenido
nuestras islas: se reconoce anualmente la trayectoria de un autor determinado y
su importancia dentro del contexto cultural del Archipiélago.
Los
autores reconocidos a lo largo de todas las ediciones han sido: José de Viera y
Clavijo (2006), Bartolomé Cairasco de Figueroa y Antonio de Viana (2007),
Benito Pérez Galdós (2008), Mercedes Pinto (2009), María Rosa Alonso (2010),
Tomás Morales (2011), Pedro García Cabrera (2012), José de Viera y Clavijo
(2013), Agustín Millares Sall (2014), Arturo Maccanti (2015), Pedro Lezcano
(2016), Rafael Arozarena (2017), Pino Ojeda (2018), Agustín Espinosa (2019),
Josefina de la Torre (2020) y Natalia Sosa Ayala, esta última correspondiente a
la actual edición (2021).
Natalia
Sosa Ayala nació en Las Palmas de Gran Canaria en 1938, y falleció en el año
2000 en el mismo lugar. Su obra supone una de las mayores contribuciones de la
literatura canaria durante la segunda mitad del siglo XX. En 1956 empezó a
colaborar con las revistas Guiniguada
y Mujeres en la isla, con poemas,
cuentos, crítica literaria y artículos de opinión. Publicó su primera obra en
prosa, Stefanía, con 17 años, y
cuatro años más tarde, la segunda, Cartas
en el crepúsculo. Su primer poemario, Muchacha
sin nombre, lo publicó en 1980, y un año después salió Aurorretrato. Fue colaboradora habitual del periódico La Provincia, de cuya colaboración
surgió el libro Desde mi desván y otros
artículos. Neurosis. Cartas, publicado en 1996. En 1992 publicó Diciembre, al que siguió Cuando es sombra la tarde, publicado en
1999. En 2004 se publicó Los poemas de
una mujer apátrida, y en 2019, la doctora en Filología Hispánica Blanca
Hernández Quintana presentó No soy
Natalia, una obra que recupera su biografía y parte de su producción
poética.
Aquí tenemos uno de los
poemas de Natalia Sosa Ayala, “Muchacha sin nombre”:
No
me llamo Natalia.
Jamás nací.
O si nací
fue muerta.
El sol
extendía sus primeros rayos
por una
madrugada fatídica de marzo.
Mas no era
yo la que su luz bebía.
Yo no
existí jamás.
A lo sumo
fui venas, manos, sangre,
un corazón
pequeño y precintado
pero no fui
jamás destinada a ser alguien.
Mi nombre,
yo, Natalia,
estará
inscrito en un papel cualquiera, en labios que no saben lo que hablan,
en tardes
remotísimas y ausentes,
acaso,
en el
tiernísimo corazón de alguien.
Mas yo, yo
no soy yo,
no soy
Natalia.
Estela López de la Paz,
2º Bachillerato A
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