¡Oh, pero cómo duele el amor que no es recíproco! Como si se
tratase de miles de balas impactando contra la fina piel. ¿Qué diría la Luna al
ser testigo de la incorrespondencia del Sol con la rosa? ¡Oh, querido, deja que
tus rayos empapen sus sedosos pétalos rojos! ¡Oh, no marchites su dulce y suave
corazón con tinta negra! Permítele desplegar sus espinas bajo las sombras que
ha filtrado tu armadura. Déjala coser sus heridas bajo la tierra que ha
calentado tus llamaradas. Cuídala con mimos, porque no siempre vivirá. El
satélite contempla cómo el tiempo se lleva la juventud de la flor y esta viaja
al longevo cielo. Al fin sus últimos suspiros son la tranquilidad de esta
desdichada alma, ya no padece de enfermedad.
Victoria Garrido Rodríguez 1º Bach A
No hay comentarios:
Publicar un comentario