El curso empezó hace unas semanas y tengo la espalda frita de cargar un disparate de libros y libretas en la mochila.
Sí, escucharon bien, un disparate.Porque este año, cuando fuimos a comprar el material encontré unas libretas de tapa dura que me encantaron porque me hacen parecer mayor, así que me vine arriba y tengo una para cada materia. Llegué a casa con una sonrisa de oreja a oreja y las manos rotas de cargar las bolsas desde la papelería.
Cuando vine al instituto al día siguiente me di cuenta de que tal vez no había sido tan buena idea, porque mi mochila se convirtió en una carga imposible de llevar a la espalda. Pero ya no había vuelta atrás porque estuve toda la tarde haciendo las portadas y personalizando las libretas.
_¿Cómo puedes llevar tanto peso?_ me preguntó un compañero al día siguiente.
Le conté mi maravillosa idea de las libretas y me ofreció unirme a su grupo de taquilla.
El día que se abrió el plazo para solicitarlas había un montón de gente en la ventana de administración.Parecía misión imposible. Pero aguantamos como campeones y conseguimos una.
Ahora somos unos ocho o diez, creo, en el grupo de taquilla. No lo sé con exactitud pero tampoco quiero preguntar. Tampoco me parece tan correcto decir "taquilla", quizás la expresión "Zapatero comunitario" sería más acertada. En fin, a partir de ahora podré decir la frase que siempre se escucha por los pasillos:
"Es que se me quedó en la taquilla."
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