Siempre se ha sabido la grave problemática del acoso
escolar que sufren muchos
jóvenes en el entorno educativo. No obstante, la
violencia actual viene dada por las nuevas
tecnologías, concretamente las redes sociales; que se
abren paso en una era digital, donde la
víctima carece de escapatoria y está en continua
vejación durante las 24 horas del día.
La propagación exponencial del uso de estas
aplicaciones, propicia una mayor
vulnerabilidad a menores de edad; que se ven expuestos
a contenidos no aptos como material
sexual o violento o a situaciones que comprometen su
bienestar físico y mental. Conviene
subrayar, que en esta forma de agresión resalta el
anonimato del atacante y su posición social
con respecto a la persona acosada desde donde se la
aísla de la comunidad y se la somete a
falsas acusaciones o distorsiones acerca de su
privacidad e intimidad; entre otros. En
consecuencia, la persona afectada se encuentra
atrapada en un ambiente hostil donde se
agravan o complican las consecuencias de la violencia
padecida que desenlaza en estados
alarmantes de ansiedad social; dificultades para
dormir y por tanto, para rendir en el ámbito
académico; autoestima permanentemente lastimada; altos
niveles de depresión y en muchos
casos, la ideación suicida y por consiguiente, su
acometimiento. Los expertos ya alertan sobre
las secuelas del acoso prolongado, que puede perdurar
hasta 40 años. Y sin embargo, aún
persiste el desconocimiento ante cómo reaccionar a
estos casos y el miedo, por parte de las
personas afectadas, de contar sus vivencias; que
corroboran que no se tomen las suficientes
medidas, sumándole a ello los testigos que prefieren
no involucrarse o la poca sensibilidad
que le dan los adultos en lo que confiere al tema para
abarcar el asunto.
En definitiva, el Estado debe apostar por una sociedad
empapada en valores y respeto,
donde no se excluya ni se castigue la singularidad.
Por todo esto, los progenitores deben tener
constancia de las acciones que hacen sus hijos e hijas
en las redes sociales; así como educar
sobre la prevención del ciberacoso y las medidas que
hay que tomar para formar parte de una
ciudadanía digital respetuosa y responsable.
Victoria
Garrido, 1º Bach A
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