Su obra está compuesta
por los siguientes títulos: Mala Luna (2009), Tuerto, maldito y enamorado
(2010), El blog de Cyrano (2012), La caja de los tesoros (2012), Los
héroes son mentira (2013), Theotocópuli. Bajo la sombra
del Greco (2014), Sombras de la Plaza Mayor (2015), Corazón de
metal (2015), Mi primer libro sobre Cervantes (2015),Mi vecino Cervantes
(2015), Todo es máscara (2016), La sonrisa de los peces de piedra
(2017), Prisioneros de lo invisible (2017), ¿Qué sabes de Federico?
(2018), Un balcón a la libertad (2018), El juramento de las tres
jotas (2019), Mujeres de la cultura (2019), Mujeres que leían
(2019), La hija del escritor (2020) y El verano del incendio
(2020).
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Hemos leído que empezó a
escribir a los 12 años pero no publicó su primer libro hasta los 49 años. ¿A qué se debió? ¿No se atrevía o no tuvo oportunidad?
Sí,
empecé a escribir más o menos a esa edad,
después de un verano especial. Me divertí tanto que no quería que se me
olvidara. Luego seguí escribiendo diarios, cuadernos de viajes, relatos. Pero
tardé mucho en empezar a publicar, me faltaba confianza en mí misma. Creía que
lo que lo escribía no estaba bien y no iba a interesar a nadie. Me costó mucho
dar el paso. Por fin me decidí a acabar una novela y enviarla a un premio. La
novela no ganó pero quedó finalista y me la publicaron. Casi no me lo podía creer.
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¿Cuál
de sus dos profesiones le gusta más, profesora o escritora?
¿Por qué?
Mi
vocación siempre fue la docencia. En mis novelas se nota que soy profe: siempre
pretendo que, además de disfrutar del placer de la lectura, el lector aprenda
algo.
Ahora
me he jubilado y echo de menos las clases y a los alumnos. Tendré que
acostumbrarme a ser solo escritora.
Por
otra parte, escribir es una de las actividades más gratificantes que he
realizado en mi vida: te transporta, te olvidas del mundo y el tiempo adquiere
otra consistencia. Echo de menos esa sensación cuando no escribo.
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¿El hecho
de escribir literatura infantil y juvenil tiene que ver con ser profesora de
Lengua y Literatura de Secundaria?
Hay
varios motivos. El primero es que la teoría me la sabía muy bien. Hice la tesis
doctoral sobre Literatura juvenil y he impartido en la universidad la
asignatura de Literatura Infantil. Eso ayuda. Pero, sobre todo, porque he
pasado muchas horas al día rodeada de adolescentes. He dado clase durante 39
años, sois mis interlocutores más cercanos.
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Como profesora, ¿cómo motiva a su alumnado para que lea en
una sociedad imbuida por las redes sociales y la tecnología?
Mayores
y pequeños tenemos muchas más opciones de ocio que hace unos años y no es fácil
resistirse a los atractivos del móvil, las redes sociales, los video juegos y
las series en múltiples plataformas. No nos queda tiempo para aburrirnos y
menos para leer.
Lo crucial, lo importante, es que alguna vez lleguemos al libro que nos descubra que la lectura es divertida; si lo encontramos, siempre podremos regresar a los libros. Aunque pasemos épocas de sequía lectora, sabremos que en cualquier momento van a estar ahí, esperándonos. Se trata, entonces, de acercar los libros a los alumnos y ayudarlos en esa búsqueda. Todos usamos nuestros métodos, la manera de acercar a los niños y jóvenes a ese tesoro que conocemos como “el placer de leer”. En mi caso, me gusta combinar la lectura y la escritura: leer y crear van de la mano.
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De sus libros de literatura juvenil,
¿qué título nos recomendaría?
Depende de vuestra edad e intereses lectores. Tengo
para todas las edades, es difícil elegir uno sin conoceros. Voy a quedarme con
los dos últimos: si tenéis más de 13 años, La
hija del escritor. Si sois de primero de ESO, El verano del incendio. Pero quiero pensar que cualquiera de mis
novelas os gustará.
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¿A qué se debe el título Mujeres que leían de su novela (fuera
del ámbito de la literatura infantil y juvenil) publicada en 2019?
Esta dedicada a
mi madre y las mujeres de mi familia, todas tenían unas inquietudes, un talento
que no pudieron desarrollar por ser mujeres. Mis tías abuelas, de quienes hablo
en la novela, eran unas grandes lectoras e interpretaban obras de teatro para
las gentes del campo en las noches de verano.
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Tras publicar Mujeres que leían, ¿qué le gusta más: escribir literatura infantil
y juvenil o novelas fuera de este ámbito?
En cada momento
necesito escribir algo distinto. Cuando escribí Mujeres que leían era lo que me pedía el corazón. Es menos
complicado para mí publicar en el ámbito juvenil, en adultos aún soy poco
conocida.
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Este año se ha celebrado
el centenario de la muerte de Galdós y usted acaba de publicar La hija del escritor,
donde aparece mencionado. ¿Por qué lo eligió a él y no a otro?
En muchas de mis novelas hablo de escritores (Miguel Hernández, Lope de Vega, García Lorca). Galdós es uno de mis favoritos, leí muchas de sus obras y en ocasiones me han servido de inspiración para mis novelas. Galdós es el gran novelista español, junto con Cervantes. Es también la historia viva y novelada del siglo XIX y la conciencia de su tiempo. Un hombre lúcido, inteligente y con una mentalidad abierta que le hacía ver y plasmar los problemas de su tiempo. Y sus personajes femeninos son fantásticos, reflejan a la perfección la situación de las mujeres en la época y la necesidad de un cambio que repare tal injusticia. Ese cambio pasa por la educación
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En su libro Mujeres de
la cultura relata la vida de 10 precursoras
del feminismo que contribuyeron al reconocimiento de los derechos de las
mujeres en todos los ámbitos. ¿Cuál de estas mujeres le parece más interesante?
Todas lo son, y muchas más que no parecen en el libro. Hubo que elegir solo diez y nombres importantes se quedaron fuera. Merece la pena acercase a todas ellas y reivindicar su obra excepcional.
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¿Cómo está viviendo esta
pandemia? ¿Le ha perjudicado mucho?
Está siendo muy
complicado, como para todo el mundo. Me ha partido la vida: tuve que dejar de
hacer encuentros con lectores y me costó mucho volver a escribir. Aún me
cuesta. La situación me ha bloqueado, ¿qué escribir en medio de este desastre?
La ficción ya no me sirve. Estos últimos meses me he dedicado cuidar de mi
madre. Afortunadamente estamos bien.
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¿Cree que el mundo será mejor después
de esta situación que está atravesando?
Al principio
pensaba que sí, lo veía como algo necesario: la solidaridad, la unión ante la
adversidad me parecían imprescindibles. Ahora ya no soy tan optimista aunque
espero que, al menos, nos sirva para valorar lo que es realmente importante en
la vida.
Estela
López de la Paz, 2º Bachillerato
Noelia
Pérez Estévez, 2º Bachillerato
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