jueves, 28 de abril de 2022

CREACIÓN LITERARIA

 


Barcos que dan a la mar

La soledad se sentía desde las venas hasta los bombeantes latidos del corazón. El silencio aclamaba su reino, poblado de las almas condenadas a sufrir su cárcel interna e imaginaria. La paz era una ola lejana, un murmullo susurrante, un sueño olvidado, un soldado caído. Era el deseo de aquellos seres infelices e insatisfechos. Era la ambición por lo prohibido, por lo palpable y finito, por aquello que aunque no se quisiera, terminaba. Y ahí se encontraba la felicidad, justo ahí, en ese punto intermedio. ¡Oh, pero qué difícil es poseerla, apropiarse de ella…! ¡Seremos para toda nuestra larga existencia, esclavos de la misma! Nuestras mentes programadas para ese único fin, ¡olvidan la forma en la que podemos serlo! Le quitamos tanto valor a las pequeñas cosas, ¡que dejamos de tenerlas en cuenta! ¡Hay que ver como acaban infravaloradas, en el descuido… tal pincelada accidental en el blanco lienzo! Y sí, aquellos mismos resultan ser agitados por las mareas intrínsecas, por el fuego interior, por las emociones espontáneas que terminan floreciendo en la rosa del amor. Las lágrimas derramadas por esos pálidos rostros consumidos por la frustración, consiguen regar bajo su paso los frutos de la tierra, el alimento de los corazones hambrientos de respuestas que nunca serán resueltas, fluidas en los rincones ocultos de nuestro cerebro; aún quedan caminos vírgenes por recorrer.

Victoria Garrido Rodríguez 1º Bach A

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