martes, 24 de marzo de 2020

La destrucción de lo invisible, y la recuperación de lo imposible



 







Noelia Pérez Estévez
1ºBachillerato B

Jueves 12 de marzo del año 2020, una fecha que no se borrará de nuestra mente. Aquel día ocurrió algo a lo que muchos temíamos, la noticia nos llegó a través de los medios de comunicación a las 3 de la tarde cuando muchos aún comíamos.

Todo ocurrió demasiado deprisa, quién hubiera pensado que nuestra libertad nos la arrebataría un ser invisible para el ojo humano, un ser microscópico capaz de sembrar el pánico, la enfermedad e incluso la muerte. Un ser capaz de silenciar a un país entero, un país que cuenta con alrededor de 47 millones de habitantes. Un virus cuyas consecuencias no se limitaron solo al campo de la salud, la economía se vio gravemente afectada, cada día la Bolsa caía más y más, se preveía una crisis económica desoladora, incluso peor que la crisis que sufrió España en 2008.
 En el mundo entero, las mascarillas, el gel desinfectante y los guantes de látex se convirtieron en bienes de primera necesidad, los gobiernos de nuestros países luchaban por conseguir dichos enseres de la forma más rápida posible, los hospitales se comenzaron a colapsar, el ejército tuvo que construir hospitales de campaña y habilitar hoteles como si fuesen hospitales debido a la cantidad de infectados. Los respiradores escasearon y debido a esto, los médicos tuvieron que realizar una dura y desgarradora tarea, sólo intentar salvar a las personas que mayor esperanza de supervivencia tuviesen. El personal sanitario comenzó a caer y fueron llamados a filas personal jubilado y estudiantes de último año para intentar evitar el colapso del sistema sanitario.

Pero, mientras el mundo parecía derrumbarse, los ciudadanos nos unimos para aplaudir desde nuestros balcones y ventanas a aquellos que velan por nuestra seguridad, no sólo al personal médico, o agentes de seguridad, también a los trabajadores de los supermercados, panaderías, farmacias, en general todos los servicios mínimos.
Volvimos a retomar ese “hablar de balcón a balcón”, comenzamos a conocer de verdad a nuestros vecinos y vecinas, a conocer sus nombres, a compartir nuestros miedos y esperanzas. Nos volvimos más generosos, volvió ese lado humano a nosotros mediante gestos tan simples como ofrecernos voluntarios para hacerle la compra a los más mayores, escribir cartas a los enfermos que llevan días aislados, sin poder ver a sus familias o incluso servir de ejemplo quedándonos en casa. Volvimos a compartir momentos en familia, a quitarle el polvo a esos juegos de mesa que creíamos olvidados, e incluso a buscar el reglamento de alguno de ellos en internet. Volvimos a reír juntos pese al drama del exterior.

Por otro lado, los niveles de contaminación comenzaron a descender drásticamente, en Venecia, las aguas de los canales se tornaron cristalinas y volvió la vida a ellos, en las grandes ciudades, los niveles de partículas contaminantes bajaron.

Lo que nos demuestra que la vida tiene dos caras, una mala, destructiva y desoladora, y otra buena, amable, esperanzadora. Tú decides en qué lado de la vida te quieres situar.
 

4 comentarios:

  1. Esta niña tiene un gran talento...Un gran artículo...Felicidades!!!

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  2. Se puede decir más alto pero no más claro....Ojalá está publicación nos ayude a meditar sobre lo que está pasando...

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