Noelia
Pérez Estévez
1ºBachillerato B
Jueves 12 de marzo del año 2020, una
fecha que no se borrará de nuestra mente. Aquel día ocurrió algo a lo que
muchos temíamos, la noticia nos llegó a través de los medios de comunicación a
las 3 de la tarde cuando muchos aún comíamos.
Todo ocurrió demasiado deprisa, quién
hubiera pensado que nuestra libertad nos la arrebataría un ser invisible para
el ojo humano, un ser microscópico capaz de sembrar el pánico, la enfermedad e
incluso la muerte. Un ser capaz de silenciar a un país entero, un país que cuenta
con alrededor de 47 millones de habitantes. Un virus cuyas consecuencias no se
limitaron solo al campo de la salud, la economía se vio gravemente afectada,
cada día la Bolsa caía más y más, se preveía una crisis económica desoladora,
incluso peor que la crisis que sufrió España en 2008.
En
el mundo entero, las mascarillas, el gel desinfectante y los guantes de látex
se convirtieron en bienes de primera necesidad, los gobiernos de nuestros
países luchaban por conseguir dichos enseres de la forma más rápida posible,
los hospitales se comenzaron a colapsar, el ejército tuvo que construir
hospitales de campaña y habilitar hoteles como si fuesen hospitales debido a la
cantidad de infectados. Los respiradores escasearon y debido a esto, los
médicos tuvieron que realizar una dura y desgarradora tarea, sólo intentar
salvar a las personas que mayor esperanza de supervivencia tuviesen. El
personal sanitario comenzó a caer y fueron llamados a filas personal jubilado y
estudiantes de último año para intentar evitar el colapso del sistema
sanitario.
Pero, mientras el mundo parecía
derrumbarse, los ciudadanos nos unimos para aplaudir desde nuestros balcones y
ventanas a aquellos que velan por nuestra seguridad, no sólo al personal
médico, o agentes de seguridad, también a los trabajadores de los
supermercados, panaderías, farmacias, en general todos los servicios mínimos.
Volvimos a retomar ese “hablar de balcón
a balcón”, comenzamos a conocer de verdad a nuestros vecinos y vecinas, a conocer
sus nombres, a compartir nuestros miedos y esperanzas. Nos volvimos más
generosos, volvió ese lado humano a nosotros mediante gestos tan simples como
ofrecernos voluntarios para hacerle la compra a los más mayores, escribir
cartas a los enfermos que llevan días aislados, sin poder ver a sus familias o
incluso servir de ejemplo quedándonos en casa. Volvimos a compartir momentos en
familia, a quitarle el polvo a esos juegos de mesa que creíamos olvidados, e
incluso a buscar el reglamento de alguno de ellos en internet. Volvimos a reír
juntos pese al drama del exterior.
Por otro lado, los niveles de
contaminación comenzaron a descender drásticamente, en Venecia, las aguas de
los canales se tornaron cristalinas y volvió la vida a ellos, en las grandes
ciudades, los niveles de partículas contaminantes bajaron.
Lo que nos demuestra que la vida tiene
dos caras, una mala, destructiva y desoladora, y otra buena, amable,
esperanzadora. Tú decides en qué lado de la vida te quieres situar.
Esta niña tiene un gran talento...Un gran artículo...Felicidades!!!
ResponderEliminar¡Orgullosos de ella!
EliminarSe puede decir más alto pero no más claro....Ojalá está publicación nos ayude a meditar sobre lo que está pasando...
ResponderEliminar¡Ojalá nos ayude a esa reflexión!
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