Belén Lorenzo nació en Santa Cruz de La Palma, España, en 1980.
Es licenciada en Historia del Arte por la Universidad de La Laguna, y en
Historia y Ciencias de la Música por la Universidad de la Rioja, especialista
universitaria en Archivística y ejerce profesionalmente de Archivera Municipal
en el Ayuntamiento de San Andrés y Sauces.
Ha publicado: Breve historia de un cuento que soñaba con ser
un título, en 2014; Leo en las calles, y Leyendas de La Palma, en
2016 y A pesar de todo, en 2017.
Mantiene los blogs Todas las palabras cuentan, Relatos para
leer de pie y ‘Máximas bajo mínimos’.
En 2015 participó como autora invitada en el VI Encuentro de
Escritoras de Microrrelatos, y en el Encuentro de Escritores Félix Francisco
Casanova celebrado en La Palma.
- - ¿Cuándo sintió que quería escribir? ¿Fue una escritora
precoz?
Creo que no, que no fui precoz, aunque es verdad que desde pequeña me gustó mucho leer y que escribí algunos cuentos. Recuerdo que andaba constantemente con la mente en otra parte, pensando historias. Sin embargo, empecé a escribir con continuidad y a publicar mucho después. Cuando abrí mi primer blog, “Relatos para leer de pie”, ya tenía treinta años. A partir de entonces se desencadenó todo lo demás: conseguir un estilo propio, publicar libros, presentarlos, participar en encuentros literarios… Un conjunto de pequeños pasos que me llevaron a ser escritora, algo con lo que aquella niña que fui solo podía fantasear.
- - Estudio Bellas artes y Música. ¿Siempre le ha atraído
el arte?
Sí, siempre, sobre todo la música. Ha sido una constante a lo largo de mi vida, igual que los libros. Cuando era muy pequeña me gustaba escuchar canciones de cualquier tipo y acababa tarareando todo lo que oía. De adolescente asistí a clases de piano y de guitarra, y ya de adulta empecé a tocar el violonchelo y el acordeón. Todo eso lo he hecho por curiosidad, porque me gusta aprender, pero no llevo bien lo de tocar en público. Como escritora, no tengo miedo escénico, pero como músico, me cuesta estar en un escenario.
- - Trabaja como Archivera bibliotecaria, ¿llegó a este
trabajo por su afición por los libros?
De alguna forma, sí. Durante un tiempo, tan solo seis meses, fui bibliotecaria, y es una etapa que recuerdo con mucho cariño. Me encantaba estar entre libros y hablar sobre ellos con los lectores que acudían a la biblioteca. Además, me permitió familiarizarme con autores canarios, porque hasta ese momento había leído muy poca literatura de las islas. Unos años más tarde me contrataron como archivera en otro municipio, donde no trabajo con libros en sí, sino con documentos, algunos de ellos muy antiguos. Son como ventanitas al pasado: al leerlos puedes imaginar cómo fue la historia de un lugar hace mucho tiempo. De alguna manera, todo está conectado: el amor al papel y a la tinta de los documentos y de los libros, la posibilidad de imaginar otras realidades... He tenido la suerte de trabajar en lugares donde es posible fantasear de alguna manera.
- - ¿Recuerda algún
relato que escribió y guardó sin atreverse a publicarlo?
Muchísimos. Una parte importante de escribir es aprender a no publicar. Normalmente tomo notas de ideas y las voy desarrollando, pero a veces no terminan de funcionar o no es el momento adecuado. Entonces me olvido de ellas durante un tiempo hasta que siento que puedo volver a intentarlo. En mi caso, como escribo textos muy breves, eso no representa un problema, pero hay una escritora, Amélie Nothomb, que tiene por costumbre escribir cuatro novelas al año y solo publica una de ellas, la que cree que es mejor. Eso sí me parece un esfuerzo enorme, pero también, un ejercicio de honestidad. Nos dediquemos a lo que nos dediquemos, creo que debemos dar lo mejor de nosotros mismos.
- - Microrrelatos, aforismos y haikus ¿Le atrae aquello de
“lo bueno, si es breve, dos veces bueno"?
Exacto, sí. Aunque para mí, es también una forma de ser: no sé extenderme. Me cuesta irme por las ramas, así que no me quedó otra opción que dedicarme a la brevedad. A veces he intentado escribir textos más largos, pero es como si me falseara, como si fingiera ser otra persona. Eso me ocurre sobre todo con los poemas o los relatos. Con los artículos que escribo para las revistas, no me ha quedado otro remedio que alargarme. Al principio me costó muchísimo, pero al final lo conseguí, y ahora me siento más cómoda con ese formato.
- - ¿En qué se inspira para escribir?
En un montón de cosas, pero se pueden resumir diciendo que me inspiro en lo que vivo. Me valgo de mis experiencias personales, de lo que escucho, de lo que leo… Cualquier cosa me vale. Pero a veces uso un truco en particular, y es darle vueltas a una palabra. Elijo una palabra en concreto y pienso en lo que me transmite, en todos los significados que tiene, en lo que ocurre si la cambio un poco. De ese hábito me surgen ideas que desarrollo luego, y que pueden acabar convertidas en aforismos, poemas o microrrelatos, dependiendo de lo que se me vaya ocurriendo a partir de esa palabra.
- - Hemos leído que los microrrelatos que aparecen en Etéreos se pueden leer de forma aleatoria, pero usted
recomienda seguir el orden en el que aparecen. ¿Por qué?
Buena pregunta. Etéreos es, sobre todo, un libro de microrrelatos, y en ese sentido se pueden leer sueltos: cada uno es una historia independiente. Sin embargo, el libro es también un experimento, un intento contar una historia mayor. Está dividido en secciones o bloques (los relatos sobre la isla, los de temática circense, los dedicados al sueño, etc.) pero además, algunos textos están conectados entre sí, y existe un personaje que atraviesa el libro. Si los microrrelatos se leen de forma independiente, todo eso se pierde, pero tampoco pasaría nada: lo importante es leer y disfrutar.
- - Tiene blogs y escribe en revistas digitales, ¿cree que
el libro escrito tiene futuro?
Espero que sí, porque si no, perderíamos muchas cosas: el olor de las páginas, su tacto, la posibilidad de dejar objetos dentro (recortes, fotos, tiques… pequeños rastros de nuestra vida junto a ese libro). Lo digital ofrece muchas posibilidades, sobre todo a nivel de difusión y de conservación, pero el papel tiene algo insustituible, una capacidad para generar recuerdos y conexiones con los libros que no deberíamos abandonar.
- - Breve historia de un cuento que soñaba con ser un
título, lo escribió en 2014 ¿fue su primera experiencia como escritora para el
público?
Sí, fue mi primer libro, y surgió de una forma totalmente casual. Un día recibí una llamada proponiéndome hacer una visita guiada por mi ciudad a un grupo de profesores de matemáticas. Fue algo inesperado, porque aunque había trabajado de guía unos meses, ya no me dedicaba a ello. Aun así me ofrecí a acompañarlos y a explicarles algo de la historia de Santa Cruz de La Palma como si fueran un grupo de amigos, “por amor al arte”. En ese grupo estaba la persona que me propondría publicar ese primer libro, cuando solo tenía un blog en el que compartía pequeños textos. A veces, la generosidad de un sí nos puede llevar a sitios maravillosos que no imaginamos.
- - Una reflexión o
un consejo para que el alumnado lea…
Les diría que busquen cualquier tema que les guste y que localicen libros sobre él. Da igual lo que sea: la biografía de un cantante, libros sobre deportes, libros inspirados en series o películas... Una vez creado el hábito, o generado el interés, un libro llevará a otro, y desde ahí es más fácil interesarse por otras lecturas más complejas. Lo prioritario, en cualquier caso, es leer. La calidad de lo que se lee se pude ir puliendo con el tiempo.
- - Leo en las calles es un título muy sugerente y es una recopilación de 42 haikus. ¿De dónde le viene esa afición japonesa?
No sabría precisar en qué momento empezó, pero sí
es verdad que me gusta mucho la literatura japonesa. En Japón tienen una
estética y una manera de contar diferentes a las de Occidente, no solo en cuanto
a la poesía, sino también en la narrativa. Me gustan mucho, por ejemplo, los
libros de Yasunari Kawabata y los de Haruki Murakami. Este último, por ejemplo,
añade algo más que conecta conmigo, y es su afición por el jazz. Ahora mismo
tengo pendiente de leer un libro suyo: Música,
solo música.
-
¿Cómo está viviendo esta
pandemia? ¿Le ha perjudicado mucho?
En cierto sentido, a nivel personal, creo no me ha perjudicado mucho. La
mayor parte de las cosas que hacía antes (leer, escribir, tocar un instrumento)
las he seguido haciendo igual. Solo he perdido algo a nivel social o, más bien,
he tenido que hacer modificaciones, como todos. En cualquier caso, hoy prefiero
centrarme en lo que he ganado: me he enfocado más en el presente y he valorado muchísimo
más todo lo que tengo.
-
¿Cree que el mundo será mejor después
de esta situación que está atravesando?
Sí, creo que tenemos esa posibilidad. Sin embargo, es un camino individual, el ser mejor solo está en las manos de uno mismo, pero creo que es posible (o necesario, incluso) que todos nos orientemos en esa dirección.
-
Nos podría dedicar un aforismo o
haiku para cerrar esta entrevista.
Hay
un poema de Leo en las calles que
recuerdo con frecuencia, y que creo que podría venir bien para cerrar esta
entrevista manteniendo esa esperanza en el futuro que tanto necesitamos ahora
y, también, para agradecerles el rato que hemos pasado conversando. El poema
dice así:
Mira
el presente:
nada
en el horizonte,
todo
por vivir.
Paula
Cabello Serafín, 1º Bachillerato A
María
Guzmán Izquierdo, 1º Bachillerato A
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