¿AMOR O
DOLOR?:
Dulces ramas
del árbol
acarician al
viento
y este se
estremece:
se enreda
entre sus hojas,
se pierde por
su tronco
y admira cómo
crece.
Desde la
lejanía del firmamento
al sol no le
convence:
él sabe que no
es bueno
ese viento del
oeste;
le ruega
siempre al árbol
que, por
favor, lo deje.
Pero el árbol
está enamorado,
el árbol sí lo
quiere
aunque sepa
que duele,
aunque doble
sus ramas,
aunque rompa
sus hojas,
aunque raspe
su tronco...
porque de vez
en cuando
el viento, con
voz tierna,
susurra que lo
quiere.
Estela
López de la Paz, 2º Bachillerato A
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